martes, 11 de agosto de 2009

ITACA

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los Lestrigones, ni a los Cíclopes
ni al colérico Posidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al salvaje Posidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues- ¡con qué placer y alegría! -
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías
nácar y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Pero no apresures nunca el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y atracar, ya viejo, en la isla,
enriquecido de todo cuanto ganaste en el camino
sin esperar a que Ítaca te dé riquezas.
Ítaca te ha brindado tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
habrás comprendido ya lo que significan las
Ítacas

Kavafis, poeta griego 1869-1933