Diario de los viajes

PERGAMINO Y MANUEL OCAMPO

Crónica de un viaje

Por Concha Milla
"Quan surts per fer el viatge cap a Ítaca, has de pregar que el camí sigui llarg,

ple d'aventures, ple de coneixences."
Kostantin Kavafis
Trad. Carles Riba


Y así fue.
Os puedo asegurar que nuestro viaje a Pergamino-Manuel Ocampo estuvo repletito de aventuras las cuales nos reportaron conocimientos dignos de unas buenas viajeras.
Bien tempranito nos subimos en Albino, nuestro caballo blanco de cinco puertas, con música de Sabina interpretada por mujeres, cómo no!, con el sol despuntando allá a lo lejos, con mucho mucho frío y con unas ganas de carretera y teatro que pa qué.
Han sido dos días que nos han cundido como una semana. Es lo que tiene el convivir en el teatro, esa intensidad e intimidad que casi es imposible poner en palabras. El estar todas a una, cual zorros, realmente, para sacar adelante una función en unas condiciones no siempre favorables pero con un amor y una entrega por el trabajo que emociona sólo con pensarlo.
Pergamino fue estupendo pero tengo que decir que la función que hicimos en la biblioteca de Ocampo es de esas vivencias que hay que vivirlas para poder contarlas. Y vivirlas para agradecer pertenecer al mundo del teatro. El hecho de llevar una función de teatro a un pueblito, en la biblioteca (y cuando digo biblioteca es tal cual, no una sala anexa a ella, no, hicimos la función rodeadas de libros, sin luces y con un equipito de música de cassette y pandereta) ha sido una experiencia maravillosa. Volvimos a la semilla del teatro, a hacer teatro entre la gente, a la puerta abierta y el espacio vacío.
Y con un público que se lleva la palma de oro de los públicos teatrales.
Un gusto.
Un placer.
Vamos a seguir rogando que el camino sea largo...




Para anotar en el cuaderno de mi felicidad


Por Laura D´Anna
Bellas Artes, Pergamino.
En la misma sala donde a los 16 años yo representaba mi primera obra, con la dirección de mi primer maestro de teatro, Edelmiro Menchaca. Y con mi primer grupo de teatro, donde estaban Marita Fekete y Roberto Iriarte, por ejemplo, dos actores maravillosos que siempre recuerdo, y a quienes por suerte volví a ver esta vez. Marita inventó un museo histórico en una estación de tren en desuso. Y Roberto siempre inventa una nueva manera de vivir el teatro, de cumplir un sueño. De una carpa grande para no sé cuántos espectadores que montaba en las afueras de Pergamino pasó a una minúscula donde entra un sólo espectador y los artistas son de corcho y alambre: El Gran Circo del Arca.
Llegamos tarde para la nota que iban a sacar en el diario y en la radio. Por suerte Jorge Sharry, otro hombre de teatro resistente y apasionado, nos había hecho la prensa: venía sacando el anuncio desde hacía unos días y había escrito una nota hermosa con fotos de la obra.
Armamos la escenografía y salimos a volantear por la peatonal desierta a la hora de la siesta. Acordeón, Negrito cuando yo bailo... Bailar y cantar en las calles de la ciudad de mi adolescencia. Concha entona la cumbia en catalán. Naty T. filma nuestros pies con el pasito de rigor. Marcela invita a ver la obra a una nena con mamá que están pidiendo sentaditas en la vereda. Después las veremos llegar muy temprano y sentarse bien atrás, bien atrás.
Se acerca la hora. Mariposas por todo el cuerpo. Concha con el control de las entradas, el sonido, las luces, el telón.
Función con toda la garra. Muchas risas. Y unos aplausos tan cálidos y sostenidos... Ay mamita mía. Yo estaba en las nubes, las chicas me dijeron que había sido una buena, buenísima función. Pero yo estaba en el aire. Desde la valija vi donde estaba mi hermano y su familia... Mi hermano emocionado. Después me hizo una crítica puntual acerca de una acción en la obra. Y que en el asado de la noche dio para una charla jugosa acerca de los gitanos.
Cuando, al otro día, salimos de Perga rumbo a Ocampo vimos la carpa del circo Australiano.
Cuando llegamos a la Biblioteca de Ocampo pasó una gitana por la vereda de enfrente.
Los gitanos cantan, bailan. Viajan.
Cecilia e Hilda.
Maestras. Protectoras de las Viajeras. Sonrientes y completamente dispuestas a ayudarnos en todo. Y las necesitamos. Las necesitaremos siempre.
Cecilia Lovizio es una de esas mujeres tejedoras de redes. Que pudo "ver" nuestros pasos desde afuera y pudo darnos manos y palabras. Amiga de hace años de Marcela, ambas de Lincoln.
Hilda Ponte es de las silenciosas hacedoras. Hace muchas cosas con las manos. Artesana de la convivencia y la crianza. De la enseñanza. Me ha contado de sus "puestas" con los chicos. Me la imagino.
Cuando llegamos a la Biblioteca de Ocampo algunos estaban esperando en la puerta, preocupados por nuestra tardanza: se había demorado la última función en Pergamino y habíamos "huído" del teatro de Bellas Artes (dejando la puerta abierta) con el vestuario y la escenografía puestos. Hilda cargó a la compañía con escenografía al techo rumbo a Ocampo. Antes había remolcado a Albino hasta el taller mecánico. La otra madrina, Cecilia, venía detrás escoltándonos.
Un muchacho quiere verte, dice si podés salir un momentito, me dicen. Habíamos terminado la función en mi pueblo y nos estaban convidando con cafecito, alfajores de maizena y pasta frola (las cosas ricas que comíamos en los cumpleaños). Voy a la puerta, y me encuentro a un flaco que baja de la bicicleta, con un gorro negro hasta acá. Mi memoria es torpe, pero reaccionó: Ernesto Roldán, compañero de primaria, jugábamos en el recreo a las payanas con piedras o tuercas que proveía Rubén Darío Gasparini. No se animó a venir a la función, no se animó a entrar en la Biblioteca. ¿Otros ámbitos que el suyo? Escuchó por la radio mi nombre y que iba a haber una función en la Biblioteca Almafuerte a las cinco de la tarde. Y allí fue.
También fueron Estelita Bonifay y Miriam Florido, otras compañeras de 1er grado.
Y Andrea, mi hermana menor, que dejó enfermos y enferma, y se vino desde Rosario a ver la función en el pueblo. Sacaba fotos y lloraba.
Obra intervenida.
Marisa, la hermana mayor de Vivi (la diseñadora del afiche y también del pueblo) y María Rosa, una de mis hermanas mayores, "metiéndose" en la obra, cantando con nosotras toooda La mar estaba serena, metiendo bocadillos del tipo: París en caballito gris, "¡y Ocampo en caballito blanco!"... (Y sí, caballito blanco... nuestro Albino querido, que estás en los talleres mecánicos de Pergamino...)
El medio del silencio misterioso casi sepulcral que se intaló en el momento de las valijas, una nena de dos años: "¡Qué bueno está este chow!"
Cuando Kungatá accede a compartir su dinero con las demás viajeras, un nene nos grita: "llévenme a mí también, yo tampoco tengo plata."
Cuando anunciamos que íbamos a pasar las valijas a modo de gorra, la mamá de Miriam Florido exclamó: "¡y son grandes, las valijas!" Yo, enseguida, mostré la chiquitita...
Es un sacrilegio asomarse a la infancia. He de esperar el castigo de algún dios del tiempo que... No, ya basta de esperar castigos.
Fue un sueño realizado.
Fue una construcción. Es un grupo.
Gracias, compañeras Viajeras.



VIAJERAS EN GONZÁLEZ CATÁN – 19 de julio de 2009


Digno de Viajeras, ¡viajerísimas!!!
Para estar 12:30 salimos 11 hs. Y llegamos 12:40. Já.
Pero cómo. Ese es el punto.
Albino, el auto de Marcela se rompió. No hay Albino. Mi mirada a Eliseo: "ni lo sueñes, me voy a lo de los tangueros"
Entonces, el 96.
Y allí fuimos: 55 minutos esperando el 96 en la esquina de mi casa: Concha con un valijón, Geraldine con los biombos desarmados, Marceta con el acordeón y yo con el otro valijón. Cuatro bultos, cuatro viajeras. Marcela iría por otro camino, más directo, claro, porque ella vive por allá.
55 minutos de mates –obvio- y tortita de chocolate.
Pero el 96 llegó, nos levantó, nos protegió y nos llevó. Y hasta algunos pasajeros con destino a González Catán prometieron ir a vernos.
En pleno viaje llamamos a Marcela y nos enteramos que estaba por Ramos Mejía!!! Pero era Catán no Ramos, le dijimos. Ella respondió con su tono masallasista: ya lo sé... Pero igual consultó con el conductor a viva voz (se ve que el colectivo en que viajaba iba vacío domingo a la mañana y no había más que un vómito en el piso y un par de pasajeros) y éste le confirmó que sí que iba para Catán, y que faltaba una hora (!!!!!) Bueno, Marcela llegaría un poco después...
Llegamos al teatro La Cochera: Hilda y su hermana en la puerta, esperando ver llegar un auto o una camioneta o una combie transportando a las Viajeras, pero ven venir por la otra cuadra a cuatro mujeres bajo la llovizna gris con valijones y maderas.
Qué teatro. Lloré de asombro y ternura (y también de angustia contenida) cuando terminé de recorrer los camarines, y había pasado por la sala para 248 espectadores, el escenario (enorme, con todo lo necesario), la cabina (una nave espacial), la descarga (amplia), los baños (hasta con ducha). Qué calorcito de hogar (y no sólo porque hay calefacción). Qué bien pensado todo. Qué bien amado y mecido, el cuerpo del actor.
Café calentito, armado, luces, entrenamiento. Concha ensayando hacerse cargo también de las luces.
Hilda desesperada porque falta media hora y sólo hay 7 entradas vendidas. Propone suspender la primera función. Dice que nunca le pasó esto. Que hace diez años que trabaja a sala llena desde el primer día de las vacaciones, que las entradas se venden con días de anticipación. Que ya algunos artistas se bajaron por temor a esto que estábamos viviendo en ese instante: que por miedo al miedo a la gripe, la gente no salga a los teatros.
La función se hizo con siete espectadores. Y la segunda con quince. Todos los traspiés que se te ocurran en la primera, Pero digna y con energía viajeras. Y la segunda... de alegría y descubrimientos, HERMOSA. Y dichosa. Las carcajadas de Concha desde la cabina nos decían mucho. Y las luces, ¡de puta madre!!!
Después de descontar Argentores, Hilda nos dio el 100% del bordereau. Magro, ya lo sabemos, pero todas aceptamos con admiración y respeto el gesto.
Y las quijotas viajeritas emprendieron el regreso a casa. En el 96, por supuesto, Rocinante estaba en terapia intensiva.
Agotadas. Preocupadas por los viáticos para Pergamino.
Cómicas.
Felices.


NAVARRO



¡Gracias a todos por recibirnos y por los mimos!!


VIAJERAS VIAJANDO
VIERNES 26 DE JUNIO
Partida de Buenos Aires 6:15 hs, mates, torta de ricotta.
NEBLINA, NIEBLA, BRUILLARD, NEBLINA NEBLINA NEBLINA
NO VEMOS NADA
Un trágico accidente llegando a Lobos. La muerte al costado de la ruta.
LLEGAMOS
Llegamos a Navarro, Zuni esperándonos en la puerta del teatro, justo llegaba en su bici.
Un teatro
Qué teatro: camarín, otro camarín, cabina de sonido y luces (qué luces), cocinita
y nosotras: armamos, pusimos las luces, probamos sonido, nos cambiamos, entrenamos, y a escena. Cinco espectadores más el muchacho del canal de Navarro con su filmadora, que iba y venía, entraba y salía (?)
UNA FUNCIÓN MARAVILLOSA (LA MEJOR)
y fue una sensación grupal, y confirmada por Concha, nuestra catalana-andaluza asistente.
FELICES
pequeño reportaje para la televisión local
¡¡¡y a LA PROTEGIDA!!!!!
caminar por Navarro, oler esos árboles, ese aire...
charla con Raúl, el dueño de la Protegida: nos mostró cómo amplió el museo, las mesas Homenaje que está armando artesanalmente, los proyectos para el futuro: su nuevo libro sobre el Juan Moreira. Zuni y su ancestro el Cuerudo Roldán, amigo de Moreira.
La historia parece tejerse con cada hoja de sauce que nos acaricia en ese patio lleno de sulkys y jardineras y ollas y pavas viejas.
Comer, comer y comer. Picadita de fiambres suculentos. Chorizo a la pomarola increíble. Empanadas fritas de carne y jamón y queso delicieuses.
Y de postre, higos y zapallos en almíbar.
ay
siestita en el camarín-pieza del teatro. Algunas como Concha, hasta soñaron. Otras hicimos tai chi porque la siesta nos devora.
Y a escena otra vez.
La sala llena de niños y niñas que, en su mayoría, en su vida habían visto una obra de teatro. También fueron Raúl y su esposa.
BUENA FUNCIÓN.
HAY FOTOS
Con algo en las arcas volvimos a La Protegida para comprar las delicatessen para regalar a novios, compañeros, amigos, directora y asistentes del espectáculo.
Raúl dándonos la bienvenida con un acordeón de juguete que sacó de una de las salas del museo, en claro homenaje a las Viajeras, y en especial a Kungatá. Estaba tan contento con la obra, se lo veía tan entusiasmado. Le dijimos que hemos presentado el proyecto y que seguimos pensando siempre en el sainete...
La vuelta fue diáfana, con el aire claro, con la luna compañera en cuarto creciente.
UN VIAJE HERMOSO.
Y ESTO ES SOLO EL COMIENZO...
Teatro La Cochera, domingo 19 de julio, 15 y 17 hs, GONZÁLEZ CATÁN
Teatro Travesía, martes 21 de julio, 16 hs, CIUDAD EVITA